Nuestros Viajes

En el profundo Nepal, Dhulikhel.

Llegamos a Dhulikhel tras dos horas de un bus local un poco apretados. Una vez en la estación de buses, un pequeño descampado, con las mochilas puestas y guía en mano, nadie vino atosigando como de costumbre, de hecho anduvimos un poco y nada, ni un taxi, ni un “where are you from?” y ni un tío de ninguna guest. Nos resultó tan raro que estuvimos a punto de ponernos a gritar: “¡Sómos turistas y acabamos de llegar!”. Pero, de repente, desde la parte alta de una cuesta vimos un hombre, un tanto peculiar, que se encaminaba hacia nosotros decididamente. Un hombre alto, delgado, de tez oscura, y mirada perdida. Llevaba un gorro de lana con una oreja por dentro y la otra por fuera, y bien salida que le daba un aspecto cómico.

Antes de tenerle cerca, ya empezó a gritarnos toda una retraila de palabras aprendidas de carrerilla de un inglés especial de las que sólo distinguimos “bla bla bla…my jest jaus… bla bla… chu, tri, for jundred…bla bla niar niar, go go”. Durante tal atropello verbal y flipar con que nos miraba a los dos a la vez sin mover los ojos, los tenía igual que una cabra, nos mostró su dentadura en la que ningún diente, de los pocos, acertaba la posición correcta en la que debiera estar. Creo que tenía una muela en donde los colmillos, y tras dispararnos con la boca trozos de pan o galleta que esquivamos al más puro estilo Matrix, decidimos decirle que ya teníamos una guest mirada de la guía y que, gracias, pero no nos interesaba la suya. Le entró por un oído y le salió por el otro e insistía en lo suyo. Empezamos a andar a expensas de lo que nos decía y ya cansado de sus perdigones, le miré fijamente y le dije que lo sentía pero que nos dejase tranquilos, se dio la vuelta y continuó su camino. Cuando nos dimos cuenta, el muy freaky se había puesto unas gafas de sol y nos seguía por delante, es decir, nos sacaba unos cuantos metros pero nos miraba de reojo para ver si seguíamos detrás. En alguna ocasión le vimos esconderse detrás de una farola y acecharnos. Nos empezamos a reír, menudo elemento, sería “el tonto´l pueblo” el pobre. En un momento dado nos paramos a preguntarle a un señor muy amable dónde estaba la guest que buscábamos. Visto y no visto, el de la oreja por fuera apareció corriendo de la nada gritando no se qué, y diciendo que ese señor era su tío. El hombre puso cara de resignación y sin hacerle caso nos indicó. Quince minutos más tarde, seguíamos siendo seguidos por delante por este personaje. Nos paró un hombre en moto para ofrecernos otra guest y volvió a ocurrir lo mismo, era su tío y cuando al fin encontramos nuestro “Snow View Guest House, With Garden Restaurant” volvió a decir que el dueño era su tío…qué familia más grande, le dije.

El lugar resultó ser un sitio muy familiar, de hecho el dueño vivía con su familia en el primer piso y alquilaban 4 habitaciones con mini-baño en la segunda planta de las que sólo una estaba ocupada.


El hombre tendría unos sesenta años y se le veía buena persona. Nos resultó extraño que nos preguntara a las tres de la tarde que qué era lo que queríamos cenar y a qué hora. Arroz y noodles con verduras a las nueve de la noche, le dijimos tras ver la carta. Pero no, a las seis o a las siete de la tarde, nos dijo, pues la luz se iba a las seis y a partir de esa hora en ese pueblo poco más se puede hacer que leer a la luz de las velas o irse a dormir porque al día siguiente se levantan a las cinco de la mañana. Vamos, que hacen vida de sol a sol.
Lo de la luz es un problema, o una costumbre, de todo Nepal. Saben a qué hora se va y a qué hora vuelve y hay que ajustarse a esos horarios. Lo chungo es que como el agua caliente vaya con la luz es un tanto lioso para cuadrar la ducha, porque por el día hace calorcillo pero a la noche bajan las temperaturas y es como para ducharse. Lo que nos choca es que la mayoría de las casas funcionan con paneles solares, pero no entendemos muy bien como hacen para que suela faltar la luz cuando más falta hace, por la noche, pero bueno, al tiempo te acostumbras.
Salimos a dar una vuelta hacia el lado contrario al pueblo para evitar encontrarnos con el de la oreja y para hacer tiempo para “CoMeNar” (comer-merendar-cenar) ya que no íbamos a comer si en un par de horas íbamos a cenar. Encontramos una tienda, compramos unas Lay´s y nos hicimos un amigo momentáneo, un cachorrillo muy majete que nos siguió un buen rato mientras le dábamos unas patatas, le llamamos Cosy y nos gustó tanto que incluso pensamos en llevárnoslo. Al rato entramos en razón y le dejamos donde estaba.


Dieron las seis de la tarde, y, puntuales como un reloj Suizo, estábamos sentados en la mesa y con el tenedor en la mano. La cena resultó estar muy buena, nada picante, pero fue un tanto extraño el estar siendo observados por aquel señor que no dejaba de preguntarnos si todo era de nuestro agrado, y es que aquí, lo más importante es que tus semejantes estén lo mejor posible y decirles que todo está bueno les complace mucho.
Una vez en la habitación, tirados en la cama, se nos ocurrió subir a la azotea a mirar a los ojos de la fría noche. Pero aquella noche tenía el mayor número de ojos que he visto jamás. Un manto infinito de estrellas nos dejaba con la boca abierta. El cinturón de Orión con el arco, la Vía Láctea, las Osas… Casi no se podían distinguir las unas de las otras de tal aglomeración de estrellas.

 

A las nueve de la mañana bajamos a desayunar, lo que le dijimos la noche anterior, un “Nepali Tea” y unas tostadas con miel hechas desde las 7 de la mañana como mínimo, pero que nos sentaron estupendamente mientras disfrutábamos de las vistas a los Himalayas.

 

“Kali Temple “ es un templo dedicado a una de Las Diez Mahavidyas (grupo de diosas que son manifestaciones de la Diosa Suprema), está desnuda y habita la tierra de la cremación, tiene cuatro brazos y suele ser un poco desagradable con un machete y una cabeza cortada en la mano y una falda hecha de brazos…da miedo y no me extraña que le hagan templos, con tal de no verla enfadada… aunque no es la más desagradable, si os apetece, informaros acerca de Chinnamasta.

Escogimos ir a este sitio porque era un mini trekking, de tres cuartos de hora, para ir abriendo boca y ver como iba Tania de su dolor de pierna. Dicho templo estaba en lo alto de una montaña y había dos caminos para ir, una cuesta larga y una escalera de seis cientos quince escalones (los hemos contado).

Escogimos el segundo. Al rato le empezaron a dar pinchazos en la pierna, pero siguió subiendo. Llegamos arriba cansadillos y el templo no era más que una figura manchada de rojo tallada en una roca, un par de campanas, un tridente y una lanza. Hay templos en cualquier parte, desde lo más grande hasta lo más pequeño, hasta Shyam tiene un mini templo detrás de unos mandalas enrollados en su propia tienda.

Lo realmente interesante del “Kali Temple” son las vistas panorámicas de la cordillera, el pueblo, los bosques y los militares que están ahí arriba vigilando, creo, la antena de telecomunicaciones.


Aquella misma tarde visitamos la “Old Village”, un sitio increíble, tranquilo, de calles antiguas, torcidas y arrugadas, parecía, como dice Tania, como si el tiempo se hubiera detenido, como si hubiéramos retrocedido a 1800, al corazón del estilo Newari.

Hasta las nuevas generaciones seguían igual que sus ancestros y ahí su encanto. La gente muy simpática y acogedora. Paseando por allí, escuchamos de repente unos cánticos que nos llevaron por una calle aún más pequeña que desembocaba en un templo de Shiva y de ahí a unas escaleras que bajaban para encontrarnos con un motón de gente mayor sentada en el suelo escuchando a un hombre, también mayor, que cantaba. No sabemos muy bien que pasaba ahí, pero nos sentamos a escuchar y la música nos envolvió de tal manera que dejé de hacer fotos y me relajé. Instantes después, un hombre de los que estaban sentados, se giró, me miró y me dedicó una sonrisa sincera. Se levantó, vino hacia mí (Tania estaba un poco retirada) y sentándose a mi lado me preguntó de donde era. Su inglés era como el mío y nos entendimos estupendamente. Me comentó que esas reuniones sólo las hacían una vez a la semana y que sólo acudían mujeres y hombres de sesenta años para arriba. Se reunían y cantaban para pedir que las cosas cambiaran, ya que no les gustaban como estaban en la actualidad, que se habían perdido valores. Lo cual me resultó curioso, porque si en ese pueblo, aquellos señores habían visto una pérdida de valores no me quiero ni imaginar lo que verían en el nuestro.

El dolor de pierna de Tania parecía no irse del todo pese a friegas con Voltarén y algo de reposo, pero queríamos hacer una ruta de seis horas hasta una congregación o Gompa budista en lo alto de una montaña, Namobuddha.

De modo que despacito y Tania haciendo un esfuerzo, emprendimos la marcha. La ruta empezaba subiendo hasta “Kali temple” que fue donde le molestó un poco la pierna y de ahí todo fue bajada. Pasamos por unos caminos estrechos, de mucha vegetación, de grandes precipicios, por donde Tania lo pasó un poco mal por su vértigo, pero salió airosa. Llegando a la base de la montaña que bajábamos nos encontramos un pueblo, perdido, antiguo y un poco en ruinas pero con bastantes habitantes y por lo que vimos, la mayor parte vive del campo, de trabajar la madera y de vender…drogas. Desde que entramos hasta que salimos (cinco minutos) nos ofrecieron un par de veces, marihuana, opio, cocaína… y no se qué más porque es lo único que entendí de todo el diccionario de drogas que se sabía aquel tipo. La cuesta siguiente que se alzaba ante nosotros tenía una pendiente incómoda, hojas, piedras, tierra… nada agradable para el dolor de Tania y según nos comentó el dueño de la Guest ese tramo era el más largo y más pesado. Pero la suerte estaba de nuestra parte, el primer tramo del camino se unía a una “carretera” y en un momento dado un hombre que subía a Namobudha en una mini furgoneta nos recogió y nos llevó hasta arriba al que le dimos unas rupias. El trayecto fue un tanto movido y, a la “carretera” llena de baches, piedras sueltas, polvo y coches que bajaban y que coincidían con nosotros en los tramos más pequeños, se le sumaban unas extrañas aduanas hechas por niños.

La verdad es que no tengo ni idea de lo que pasa con los niños aquí. Estos en particular (grupos de cuatro a ocho niños de nueve a 16 años), tendían una cuerda de un extremo a otro de la “carretera” sujetadas, los más tontos, por ellos mismos o, los más listos, la ataban a unos árboles o, los de universidad, ponían directamente un bambú enorme a media altura, para que los coches, motos o personas que pasaban por ahí tuvieran que detenerse y así pedirles pasta o si no, no les dejaban pasar. Al principio fue gracioso, porque era por motivo de una fiesta particular relacionada con el Templo de Pashupatinah de Kathmandú, pero a la quinta aduana pues como que tocan las narices. El conductor soltaba cinco rupias a quién le parecía, a otros les dimos nosotros dinero y a otros unas galletas y cuando el hombre se cansó en las aduanas aceleraba un poco y soltaban las cuerdas.

Namobuddha es un sitio con una paz y una energía que atrae, como el resto de los sitios budistas, pero en el que ronda la leyenda de un rey que se fue de retiro a esa montaña, encontró un tigre que se estaba muriendo de hambre y se transformó en comida para que no muriera. Es una historia un tanto extraña pero como tantas otras que se pueden encontrar por aquí.

El complejo consta de apartamentos donde viven los niños, jóvenes y ancianos budistas de esta congregación con su comedor y sus aseos, una Estupa, varios templos (uno dedicado al suceso del tigre y este rey) y uno en concreto de un colorido increíble, con unos pupitres bajos con unos mantras en papel sobre ellos, dos tubas o trompas muy largas, grandes gongs, imágenes de Budha, del Dalai Lama y mandalas que estaban dibujando por todas las paredes y techos.


No se podían hacer fotos pero grabé un video dentro cuando estaba vacío y desde la puerta cuando un montón de budistas ocuparon sus puestos en los pupitres y empezaron a rezar una y otra vez lo que ponía en los mantras.

Entre uno y otro hacían sonar los gongs, las tubas, dos flautas y unos platillos haciendo una peculiar canción.

Después de comer unos sándwiches que nos habían hecho en la Guest y tras perder el bus que salía para un pueblo cercano a Dhulikhel nos pusimos en marcha a eso de las tres de la tarde con miedo de que se nos hiciera de noche a mitad de camino.

Pero, bajamos esquivando a los niños, pasamos por el pueblo de las drogas, donde nos ofrecieron aún más, subimos lo que bajamos y bajamos lo que subimos y Tania como una campeona y casi sin dolores se sentó conmigo en una terracita al lado de casa a tomar una coca-cola quedando muy satisfechos con la ruta de Namobuddha que tanto disfrutamos.


La última excursión que hicimos al día siguiente, fue algo más light, llaneando por una carretera con bastante tráfico y polvo que no nos gustó nada.

Llegamos a Pannauti un pueblo que en la antigüedad era cruce obligado de carretas de comerciantes y donde iba gente a dar despedir a sus seres queridos.

Es como un pequeño Varanasi, también hoy en día siguen haciendo cremaciones en donde se juntan los dos ríos que cruzan el pueblo.

Después de comer, otros sándwiches, cogimos un bus para volver, preparar la mochila, cenar, despedirnos de nuestro anfitrión que nos regaló un par de monedas para darnos buena suerte e irnos a dormir.

Al día siguiente volveríamos a Kathmandú a prontas horas de la mañana.

8 comentarios

  1. marta y adri

    ME HA ENCANTADO!! Ha sido el texto más bonito del blog…por ahora! Precioso lo de las calles arrugadas y muy divertido lo del francotirador de galletas! Jeje
    lo que más me gusta es que te leo relajado,disfrutando mucho, con paz interior y encontrando «moralejas» en todas las experiencias,me alegro. Besos enormes para los dos

  2. gloria

    hola ahora te comento parte del texto y me piro al parque con la peque que hoy a madrugado mucho y ya estoy cansada de no acertar con nada a ver si se duerme en el paseo como otras veces y se despierta mas calmada…Ahora juega a practicar pedorretas con lengua y todo…
    Lo de la luz no será porque lo que no usen lo venden a España? jejeje. a mi me costó acostumbrarme a no hacer la comprar a partir de las 6 de la tarde en londres así que lo dela luz me iba a costar una barbaridad. Es sorprendente lo de los abuelos que rezan por la pérdida de valores y los dioses o diosas que tienen son terroríficos…he mirado lo de chinnasma…lo que sea en wikipedia y es…comop ara temblar solo de verla pintada en un muro.
    se corta su cabeza y de su cuello salen 3 chorritos de sangre, uno se lo bebe su cabeza en una mano y los otros 2 se lo tragan la pareja que esta copulando debajo de ella pero que tienen en la cabeza!!!
    Bueno tengo que dejarte que ya no puedo mas vuelve a gritar desesperada…cuidadin con el loco de la pradera y con tu pierna tania, besos

  3. Ana

    Joee que envidia ¡! Sigan escribiendo sus aventuras y disfruten mucho (Tania ánimo con tus piernas que si hiciste la caminata de punta arena puedes con todo!!)

  4. gloria

    vale, se quedó dormidita, angelito (vamos, un por fin como una casa, pero pa no quedar tan mal) lo de que tania salió airosa supongo que no tiene nada que ver con aires volatiles…porque podíais haberla usado para bajar o para espantar a los aduaneros al subir con el de la furgo, con sacar el aireador por la ventana…y a «airear» a todo quisque.
    Para Tania un consejo tras una marcha como estas duerme con una almohada bajo los tobillos igual te relaja mas las piernas el tenerlas algo elevadas…aunque lo tuyo no sea retención de líquidos. Ooole tus cojones! con dolores y vértigo acabando el camino, eres una machota o tiarrona o lo que mejor te suene. y hace nada que te subías la bici tu solita por las escaleras.
    juanillo comprate una silla porteadora!!! que el día menos pensao tania se agota a mitad del camino de regreso.
    besos deseando ver ese video.

  5. gloria

    por cierto lo de la boda que tal fue? fuisteis al final? cuenta cuenta

  6. Jose y Marisa

    Muy buenas… las teníais:
    Aprovechando que mamá está dormida, pues hoy le dolía la cabeza más, (yo creo que ha sido porque se dejó las gafas y los pinganillos al salir con prisas) me pongo a preparar este comentario. Nos está resultando difícil conectar con vosotros porque nos sale una ventana del Karpeski diciendo que hay un troyano que lo impide. Ahora no ha sido así, no sé el motivo.
    ¿Qué tal las tripas de ambos? ¿Habéis llorado lo suficiente para continuar el viaje? ¡¡Qué diferencia de vida estáis encontrando!! Con qué poco se conforma la gente de esos lugares. ¡¡Alarma, aparece la dueña de la casa!! La dejo el relevo.
    Este comentario va a resultar demasiado largo. Nos hemos reído mucho con la descripción de ese personaje que quería llevaros al huerto. Tambien como con la boda pasada por lágrimas. ¡Qué costumbres más raras hay por esos mundos!. En realidad, no es tan raro; en España tambien se llora en las bodas, sobre todo las madres de las novias y es por lo mismo: la separación forzosa.
    Bueno, ya están ¿felizmente? casados y todo acabó bien.
    Ya os ha contado papá lo que nos pasa con vuestro Blog. No sé lo que podremos ver, si veremos los comentarios ajenos y si podremos escribiros los nuestros. Nos han dicho que puede ser que vosotros tengais un troyano metido y que por eso no nos deja acceder a vustra historia. No lo sabemos.

    Seguid divirtiéndoos y descubriendo nuevas costumbres. Muchos besos.

  7. Roberto

    aunque no me veas llevo un gorro de lana con una oreja por fuera

    • Hans Paytubí

      Pow!!!! eres un cachondo…me parto de risa con tus comentarios.
      Cómo está es pequeñete????
      Ya vuelvo a tener una mejor conexión y enseguida subiré más fotos.
      De momento te adelanto que ya estamos en Tai más en concreto en Ko Phi Phi la isla donde se rodó La Playa que vaya cagada que hicieron esos cabrones por aquí…bueno ya te contaré.
      MUUUUUAAAAKSSSS a los tres!!!

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