A las cinco de la tarde volvimos a la tienda, allí nos encontramos con el novio, Monsieur Frank, un francés muy alto y corpulento con cara de buena persona que, con una sonrisa enorme, nos invitó a su boda sin dudarlo, aunque realmente no fuera una boda en sí. Resulta que las bodas Newaris constan de dos días. El primero, llamado “Tilak” es la ceremonia de compromiso de matrimonio o la formalización de este y el segundo día es la ceremonia nupcial. Nosotros llegamos al primer día. Lo que nos chocó era que en esta etnia se permitiese la boda con una persona que no perteneciera a ella, pero el amor es más fuerte que estas barreras…caray que cursi me ha quedado.
Frank y su prometida se conocieron en el hospital donde trabajaba ella de enfermera. Él llegó allí bastante jodido de tifus (se ve que una semana más y no lo cuenta). Un año después, se van a casar. Shyam es amigo de Frank desde hace unos años y le ayuda con la boda. Esa misma tarde conocimos a un amigo de Frank, Monsieur Marco, que viene por Nepal todos los años a hacer negocios para vender luego en su tienda en Bordoux. Marco también va por Tailandia porque tiene allí a parte de su familia y nos dio algún que otro consejo para movernos por ahí el próximo mes.
Llegamos a casa de Shyam el sábado por la mañana, nos recogieron en el hotel, y nos dieron de desayunar un huevo duro (que ni Tania, ni Nico ni yo nos comimos), un dulce redondo, blanco que no sabíamos que era pero que nos lo comimos al igual que el resto de los dulces que nos pusieron sin enterarnos muy bien de lo que estábamos comiendo por no hacer el feo y lo acompañamos con un Chia Tea (Té nepalí con leche, típico y muy rico). Esperamos hasta que llegasen los amigos de Shyam que vendrían por la parte del novio, ya que la familia y resto de los amigos de Frank al estar en Francia no podían venir hasta que fuese la ceremonia de la boda. Partimos en un mini-bus hacia la casa de ella. Una casa humilde en un barrio humilde, de gente sencilla, quienes nos acogieron como si fuéramos amigos de siempre e incluso de la familia, todos con una sonrisa en la cara y con su saludo, las manos juntas a la altura del pecho o a la de la cara mientras con una ligera inclinación de la cabeza hacia adelante decían “namaste”.
Antes de entrar en casa, salió un chamán pata bendecir a Frank poniéndole un collar de flores y tirándole, unas mujeres de la familia, unas cuantas palomitas y arroz. Después entramos todos.
El edificio tenía tres plantas de cuatro habitaciones y en cada planta vivía una familia de un montón de gente y compartían el baño que estaba en un corral interior. Estuvimos en una habitación de la casa, de la segunda planta, bastante grande, a la que tuvimos que entrar descalzos, y en el suelo empezaron a sacar todo tipo de regalos para los novios, futra, arroz, pescado, un pastel, legumbres, telas, velas, flores, pétalos, productos de cosmética, y alguna que otra representación de un Dios.
Cuando acabaron de colocarlo, nos pasaron a otra habitación donde comimos algo los que veníamos por parte del novio, mientras, por la otra, pasaba la novia con el Chamán.
Lo que comimos era una especie de aperitivo en un gran plato de plástico con separaciones para cada tipo de comida, garbanzos un poco picantes pero muy buenos, otro huevo, un pan con un dulce y tostadas, todo acompañado con un vaso de leche caliente de Yak (que para nuestro asombro estaba muy rica y bastante dulce). Todos comíamos excepto Frank que no podía, al igual que tampoco podía ver a su novia hasta la ceremonia en cuestión que daría comienzo en breve. Shyam me dijo que podía pasar a la otra habitación para ir tirando fotos. Al entrar, me encontré con la novia que cogía cada bandeja con los regalos, se la enseñaba al Chamán, las bendecía y ella se las acercaba a la cabeza como signo de gratitud. La novia vestía con un sharee rojo, llevaba el pelo recogido, y un montón de pulseras en las muñecas, las manos pintadas con henna y un collar de flores. Una vez bendecido todo el novio y los invitados de este accedieron a la habitación.
La ceremonia comenzaba. Todo fue en nepalí, por lo que no nos enteramos de nada y por la cara que ponía Frank, tampoco tenía ni idea, menos mal que entre su futura mujer y Shyam le fueron traduciendo lo que tenía que hacer, cuando y cómo. De todas formas cometió unos pocos errores que causaron risas entre los invitados, y es que es tan diferente a nuestra costumbres y hay tantos dimes y diretes que era lógico que se liase un poco. Por lo que pudimos ver del acto, dedujimos (y luego nos confirmó Shyam) que el Chamán consultaba los astros para determinar el día perfecto para la boda, el 25 de febrero, después volvieron a bendecir parte de los regalos pasando por la cabeza de los novios, empezó a salir dinero de no sabemos donde y danzaba entre unas y otras manos hasta acabar a los pies de la representación de la figura del Dios.
Una mujer, la madre de ella, le puso un pegote de color rojo con unos gramos de arroz en la frente a Frank. El color rojo es muy importante en estas ceremonias. Más tarde Frank le puso unos polvos en la frente a su prometida, ésta dio dos vueltas alrededor de él y se inclinó sobre sus pies, se pusieron el uno al otro un anillo, la gente aplaudió y todos les tiramos palomitas. La pareja se sentó en un sofá para que les tomáramos unas fotos y de repente él se fue a la otra habitación a comer el aperitivo mientras ella partía la tarta dando el primer trozo a la representación de la deidad y comimos un trozo todos.
Cuando nos quisimos dar cuenta ya habían recogido todo lo de la boda y limpiado el suelo y cuando ya pensamos que se había acabado todo, nos traen la comida. Estábamos llenos pero ya sabéis, por no hacer el feo comimos como todo el mundo (qué gordos). Lo malo es que era un poco picante y para acabar nos ofrecieron un licor de arroz que la madre de ella había destilado. Nico ni lo probó, pero bromeando con Marco, que se bebió unos tres y tan tranquilo, lo probamos Tania y yo y madre mía que fuerte que estaba, de sabor bueno, pero fuerte y ya sabéis que mi tolerancia al alcohol brilla por su ausencia.
Cuando todo hubo acabado nos despedimos de todos muy agradecidos por la invitación y por el buen trato y una mujer, que sonreía a Tania durante toda la ceremonia, le comentó que la sentía como su hija y que esperaban vernos el día de la boda, que seríamos bienvenidos otra vez, por lo que nos fuimos muy contentos con todo y pensando en volver si nos cuadraban las fechas.
La verdad es que nunca habíamos conocido a gente tan amable, acogedora y cariñosa, que, pese a la barrera del idioma, nos hicieron sentir como en nuestra propia casa.
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